Extracto de Mis conversaciones con Dios
Eso me recuerda que no hemos hecho más que empezar con tus preguntas. Estábamos hablando de cómo poner tu vida en marcha. Cómo hacer que “despegue”. Estaba hablando del proceso de creación.
— Sí, y yo no dejaba de interrumpirte.
Eso está bien, pero volvamos a ello, pues no nos interesa perder el hilo de algo muy importante. La vida es una creación, no un descubrimiento.
No vives cada día para descubrir qué te espera ese día, sino para crearlo. Estás creando tu realidad cada minuto, probablemente sin saberlo.
He aquí el cómo y el porqué:
1. Yo os he creado a imagen y semejanza de Dios.
2. Dios es el creador.
3. Sois tres en uno. Puedes llamar a esos tres aspectos del ser como quieras: Padre, Hijo y Espíritu Santo; mente, cuerpo y espíritu; superconsciente, consciente y subconsciente.
4. El proceso de creación procede de estas tres partes de vuestro cuerpo. Dicho de otro modo, creáis a los tres niveles. Las herramientas de creación son: el pensamiento, la palabra y la obra.
5. Toda creación se inicia con el pensamiento (“Procede del Padre”). Toda creación pasa después a la palabra (“Pedid y se os dará, hablad y se os hará”). Toda creación se completa en la obra (“Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”).
6. Aquello que pensáis pero no decís crea a un nivel. Aquello que pensáis y decís crea a otro nivel. Aquello que pensáis, decís y hacéis se hace manifiesto en vuestra realidad.7. Pensar, decir y hacer algo, si no creéis verdaderamente en ello, es imposible. Por lo tanto, el proceso de creación debe incluir la creencia, o el conocimiento. Éste es fe absoluta. Está más allá de la esperanza. Es conocimiento de una certeza (“Por vuestra fe seréis sanados”). En consecuencia, la parte activa de la creación incluye el conocimiento. Se trata de una claridad esencial, una certeza total, una completa aceptación de algo en tanto realidad.
8. Este nivel de conocimiento es un nivel de intensa e increíble gratitud. Es un agradecimiento por adelantado. Y quizás sea ésta la clave más importante de la creación: estar agradecido antes de, y por, la creación. Esta actitud de darla ya por hecha no es algo que haya que perdonar, sino algo que hay que alentar. Es un signo seguro de la cualidad de Maestro. Todos los Maestros saben por adelantado que la obra se ha realizado.9. Celebra y disfruta de todo lo que creas y has creado. Rechazar cualquier parte de ello significa rechazarte a ti mismo. Sea lo que sea lo que se presente como parte de tu creación, poséelo, reivindícalo, bendícelo, agradécelo. Procura no condenarlo (“¡maldita sea!”), puesto que condenarlo significa condenarte a ti mismo.
10. Si hay algún aspecto de tu creación del cual veas que no disfrutas, bendícelo y simplemente cámbialo. Elige de nuevo. Provoca una nueva realidad. Piensa una nueva idea. Pronuncia una nueva palabra. Haz algo nuevo. Hazlo con magnificencia, y el resto del mundo te seguirá. Pídelo. Exígelo. Di: “Yo soy el Camino y la Vida. Sígueme”.De este modo se manifiesta la voluntad de Dios, “así en la Tierra como en el Cielo”.
—Si es tan sencillo como eso, si todo lo que necesitamos son esas diez etapas, ¿por qué no es así para la mayoría de nosotros?
Sí es así, y para todos vosotros. Algunos de vosotros utilizais el “sistema” conscientemente, con pleno conocimiento, y otros lo utilizan inconscientemente, sin saber siquiera lo que estáis haciendo.
Algunos de vosotros camináis despiertos, y otros camináis dormidos.
Pero todos vosotros estáis creando vuestra realidad – creando, no descubriendo -, utilizando el poder que os he dado y el proceso que acabo de describir.
Así pues, me has preguntado cuándo “despegará” tu vida, y te he dado la respuesta.
Harás que tu vida “despegue” cuando, primero, logres pensar en ella con suma claridad. Piensa en lo que quieres ser, hacer y tener. Piensa en ello a menudo, hasta que lo veas muy claro. Entonces, cuando logres dicha claridad, no pienses en nada más. No imagines otras posibilidades. Disciplina tu mente para que mantenga con firmeza el pensamiento creador original.
Cuando tus pensamientos sean claros y firmes, empieza a hablar de ellos como verdades. Grítalos fuerte. Utiliza el gran mandato que hace surgir el poder creador: yo soy. Afirma “yo soy” a los demás. “Yo soy” constituye la más poderosa afirmación creadora del universo. Sea lo que sea lo que pienses, sea lo que sea lo que digas, tras las palabras “yo soy” ello pondrá en movimiento dichas experiencias, hará que surjan, las llevará a ti.
No hay ningún otro modo de que el universo pueda funcionar. Ninguna otra ruta que pueda tomar. El universo responde al “yo soy” como un genio en una botella.
—Dices “Libera toda duda. Rechaza todo temor. Descarta todo pesimismo”, como si dijeras “Póngame una barra de pan”. Pero todo esto resulta más fácil de decir que de hacer. “Desecha todos los pensamientos negativos de tu construcción mental” podría ser también “sube al Everest antes de almorzar”. Se trata de una orden excesivamente grande.
Canalizando tus pensamientos, ejerciendo un control sobre ellos, no es tan difícil como parece. (En este sentido, tampoco lo es subir al Everest.) Es cuestión de disciplina. Es cuestión de proponérselo.
El primer paso consiste en aprender a controlar sus pensamientos; a pensar en lo que piensas.
Cuando te sorprendes a ti mismo teniendo pensamientos negativos – pensamientos que nieguen tu más alta idea de ti mismo -, piensa otra vez. Quiero que lo hagas literalmente. Si piensas que estas abatido, hecho polvo, y que de ahí no puede salir nada bueno, piensa otra vez. Si piensas que el mundo es un lugar malo, lleno de acontecimientos negativos, piensa otra vez. Si piensas que tu vida se rompe en pedazos, y te parece que nunca la podrás recomponer, piensa otra vez.
Puedes entrenarte en hacer esto. (¡Fíjate en lo bien entrenados que estáis en no hacerlo!)
—Gracias. Nunca nadie me había expuesto el proceso de una manera tan clara. Quisiera que fuera tan fácil de hacer como de decir; pero, al menos, creo que ahora lo entiendo con claridad.
Bueno. Si necesitas un repaso, disponemos de varias vidas.
—¿Cuál es el auténtico camino hacia Dios? ¿La renuncia, como creen los yoguis? ¿Y el llamado sufrimiento? ¿Es el sufrimiento y el servicio la vía para llegar a Dios, como afirman muchos ascetas? ¿Ganaremos el cielo si “somos buenos”, como enseñan tantas religiones? ¿O bien somos libres de actuar como queramos, de violar o ignorar cualquier norma, de dejar de lado todas las enseñanzas tradicionales, de sumergirse en la satisfacción inmoderada de todos los deseos, para así hallar el nirvana, como afirman muchos filósofos de la Nueva Era? ¿Cuál es el camino: unos patrones morales estrictos, o hacer lo que a uno le venga en gana? ¿Cuál: los valores tradicionales, o improvisar sobre la marcha? ¿Cuál: los Diez Mandamientos, o las Siete etapas de la Iluminación?
Tienes una gran necesidad de que sea un camino u otro, ¿no? ¿No podrían ser todos ellos?
—No lo sé. Es lo que pregunto.
Te contestaré, pues, del modo que mejor puedas entenderlo; aunque déjame que te diga que la respuesta está dentro de ti. Se lo digo a todos aquellos que escuchan Mis palabras y buscan Mi Verdad.
Se manifiesta a todo corazón que se pregunte seriamente cuál es el camino hacia Dios; a cada uno le es dada una sincera Verdad. Ven a Mí por el camino de tu corazón, no a través del viaje de tu mente. Nunca me encontrarás en tu mente.
Para conocer realmente a Dios, has de apartarte de tu mente.
Pero tu pregunta requiere una respuesta, y no quiero alejarme de la cuestión.
Empezaré con una afirmación que te asustara, y que quizá ofenda la sensibilidad de mucha gente. No existen los Diez Mandamientos, ni nada parecido.
—¡Dios mío! ¿No?
No. ¿Quién habría de mandarlos? ¿Yo? ¿Y para qué se necesitan tales mandamientos? Cualquier cosa que yo quiera, es. N’est ce pas? Entonces, ¿para qué hace falta mandar nada?
Y, si yo hubiera promulgado mandamientos, ¿no se cumplirían automáticamente? ¿Cómo podría querer que algo fuera tan mal que Yo lo mandara, y luego me sentara y observara que no era así?
¿Qué clase de rey haría eso? ¿Qué clase de gobernante?Pero déjame que te diga que Yo tampoco soy un rey ni un gobernante. Soy simple y asombrosamente, el Creador. Pero el Creador no gobierna, sino que sencillamente crea; crea y sigue creando.Yo os he creado a vosotros – y os he bendecido – a imagen y semejanza mía. Y os he hecho ciertas promesas y he establecido ciertos compromisos con vosotros. Os he dicho, en un lenguaje sencillo, qué pasará con vosotros cuando seáis uno conmigo.Tú eres un buscador sincero, como lo era Moisés. También el, como sabes, se alzó frente a Mí pidiéndome respuestas. “¡Oh, Dios de Mis Padres – clamaba -, Dios mío, dígnate mostrarte a mí. Dame una señal que yo pueda contar a mi pueblo! ¿Cómo podemos saber que somos los elegidos?» Y Yo acudí a Moisés, tal como ahora he acudido a ti, con una divina alianza – una eterna promesa -, un compromiso cierto y seguro. “¿Cómo puedo estar seguro?”, preguntaba Moisés quejumbrosamente. “Porque Yo te lo he dicho – le respondí -. Tienes la palabra de Dios.”Y la palabra de Dios no era un mandamiento, sino una alianza.
Extracto del libro: Mis conversaciones con Dios – Neale D. Walsch