Eliminar el miedo | Jiddu Krishnamurti-
¿Puede la mente liberarse del temor mediante el análisis, el auto-análisis o el análisis profesional? En eso hay envuelto algo más. Cuando me analizo y me miro, capa tras capa, examino, juzgo, evalúo; digo: “esto es correcto”, “esto es incorrecto”, “esto lo conservaré”, “esto lo desecharé”. Cuando me analizo, ¿soy diferente de la cosa que analizo? Tengo que contestar a esto por mí mismo y ver la verdad al respecto. ¿Es el analizador diferente da la cosa que analiza, digamos los celos? No es diferente, él es esos celos, y trata de separarse de los celos como la entidad que dice: “Voy a observar los celos, deshacerme de ellos, o estar en contacto con ellos”. Pero los celos y el analizador son parte el uno del otro.
En el proceso del análisis está involucrado el tiempo, es decir: necesito muchos días o muchos años para analizarme. Al final de muchos años todavía tengo miedo. Por lo tanto, el análisis no es el camino. El análisis implica mucho tiempo y cuando la casa está quemándose, uno no se sienta a analizar, ni visita a un profesional para decirle: “dígame algo sobre mí mismo, por favor”. Uno tiene que actuar. El análisis es una forma de escape, de pereza e ineficiencia. (Puede estar bien que un neurótico vaya a un analista, pero aun entonces no terminará completamente con la neurosis. Pero, ésa es otra cuestión).
La solución no es el análisis del inconsciente por el consciente. La mente ha visto eso y se dice: “no analizaré más porque veo la inutilidad de hacerlo”; “no resistiré más el miedo”. ¿Se dan cuenta de lo que le ha ocurrido a la mente? Cuando ha descartado el método tradicional del análisis, la resistencia, el tiempo, ¿qué le ha sucedido entonces a la mente misma?.
Ella se ha vuelto extraordinariamente aguda. Por la necesidad de observarse, se ha vuelto extraordinariamente intensa, aguda, viva.
La mente se pregunta si hay alguna otra manera de encarar este problema de descubrir todo su contenido: el pasado, la herencia racial, la familia, el peso de la tradición cultural y religiosa, el producto de dos mil o diez mil años. ¿Puede la mente estar libre de todo eso, puede descartarlo por completo y, por lo tanto, deshacerse de todo temor?
Tenemos pues este problema, problema que una mente aguda -la mente que ha desechado toda forma de análisis que necesariamente toma tiempo y para la cual no existe el mañana- tiene que resolver completamente y ahora. Por lo tanto no existe ideal alguno; no es cuestión de un futuro que diga: “estaré libre de ello”. De modo que la mente está ahora en un estado de completa atención. Ha dejado de escapar y ya no inventa el tiempo como una manera de resolver el problema; ha dejado de analizar o de resistir. La mente misma tiene entonces una cualidad enteramente nueva.
Los psicólogos dicen que debemos soñar o, de lo contrario, nos volveremos locos. Me pregunto: “¿por qué debo soñar de manera alguna?” ¿Hay un modo de vivir que no requiera soñar en absoluto? Porque si uno no sueña del todo entonces la mente descansa de veras. La mente ha estado activa todo el día, observando, escuchando, inquiriendo, mirando la belleza de una nube, el rostro de una persona atractiva, el agua, el movimiento de la vida, todo. Ha estado observando y observando, y cuando duerme debe tener completo descanso; de lo contrario, al despertar en la mañana siguiente está cansada y es todavía vieja.
Uno se pregunta entonces si hay alguna manera de no soñar en absoluto, de modo que durante el sueño la mente disfrute de completo descanso y llegue a dar con cualidades que no pueden aparecer durante las horas de vigilia. Es un hecho, y no una suposición, teoría, invención o esperanza, que eso es posible sólo cuando uno está completamente despierto durante el día, observando toda actividad del pensamiento, del sentir; despierto a cada motivación, a cada sugestión, a cada insinuación de lo que está muy adentro, profundamente; despierto cuando charla, cuando camina, cuando escucha a alguien, cuando observa su ambición, sus celos, cuando observa su respuesta a la “gloria de Francia”, cuando lee un libro que dice: “sus creencias religiosas son tonterías”; cuando observa para ver lo que está implicado en la creencia.
Estén completamente despiertos durante las horas de vigilia, cuando están sentados en un autobús, cuando hablan con la esposa, con los hijos, con el amigo, cuando fuman -por qué fuman-, cuando leen una novela policial -por qué leen eso-, cuando van al cine -por qué-, ¿por la excitación, por el sexo? Cuando vean un árbol bello o el movimiento de una nube en el cielo, estén completamente atentos a lo que ocurre dentro y fuera de ustedes mismos, y entonces verán que cuando duermen no sueñan, y que cuando despiertan a la mañana siguiente, la mente está fresca, intensa y viva.
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